lunes, 25 de enero de 2016

En la huerta murciana, lugar estupendo


Noche de luna llena en Ojós, Murcia. Las montañas que nos circundan están iluminadas con esa pálida luz, tenue pero suficiente, y esa limpieza que tiene el cielo tachonado de estrellas en este lugar.
 Localidad pequeña, como muchas de las que encuentro en el camino. El nombre, contrariamente a lo que se cree, no deriva de la palabra castellana “ojos”, sino que parece derivar de “Oxox”, una palabra árabe que podría significar “los huertos”, o “los caseríos”. Por ello se cree que la población se asentó firmemente en esta zona conocida como “El Valle de Ricote”, (también conocido como “Valle Morisco”), donde las huestes del jefe musulmán llegaron sobre  el año 711 o 712. Dos años después, una vez fortificada la zona, se firmó un acuerdo de paz con el jefe local, el visigodo Teodomiro, mediante el cual los habitantes, muchos de ellos tal vez descendientes de romanos, que ya andaban por estos lares, podían mantener su fe cristiana siempre y cuando pagaran el impuesto correspondiente (no hay variaciones con lo que ocurre en el presente) y la no colaboración con los enemigos de los musulmanes.
No fue una  casualidad que los árabes llegados a la región quedaran prendados del lugar. Ubicado en un estrecho valle entre montañas, con el río Segura brindando agua suficiente para regadíos , con un clima envidiable y una tierra feraz , se aseguraban el sustento, e incluso la exportación de cítricos y hortalizas, que luego llegaron a sitios tan distantes como Siria, Yemen, Irak y otros países dominados por los musulmanes en aquella época. Por otro lado, fue una capitulación conveniente para los habitantes del ligar, que siguieron su vida y colaboraron con los árabes durante muchos años, hasta que los vientos de la reconquista trajeron la liberación de la región, a finales del Siglo XII.

Esto es La Era, vista desde la montaña del Chinte, junto al río Segura.
LA ERA DE OXOX

Este es el lugar donde me encuentro. Justo donde comienza lo que los moriscos llamaron “una de las maravillas del mundo”. La  hoy denominada “ La Era de Oxox”, es una pequeña finca de unas tres hectáreas, con huertos, cítricos y el Segura avanzando como límite por el este, internándose en el Valle del Ricote, lugar poblado de huertos y plantaciones de cítricos, principalmente limones, mandarinas y naranjas, que bordea un total de cinco poblaciones. “La Era” está enclavada en un lugar protegido de las Sierra de Ricote y La Navela, un paisaje verdaderamente hermoso.
A unos 37  kilómetros de la capital murciana, la población, de unos 500/600 habitantes, se alza tranquila junto a este maravilloso enclave mediterráneo. Y aquí fue donde llegamos, mi cacharra y yo, hace algo más de una semana. Había contactado con sus propietarios, Natalia, Demba y la pequeña Hawa, y siguiendo sus indicaciones llegué sin problemas, dado que la finca se encuentra a pie de la carretera. No me fue nada difícil congeniar con esta pareja, y conocer asimismo a otra “wwoofy” como yo, Karina, norteamericana veinteañera de Florida, a la que se agregó poco después su amiga Maggie, procedente de Carolina del Norte. Total, que nos pasamos el día intercambiando frases en castañuflo. Inglés, español, y algo de catalán mallorquín con la dueña, ya que Natalia vivió durante años en Mallorca. Demba procede de Mali, y el fruto de su unión, Hawa, acaba de cumplir sus cuatro años. Es pizpireta, inquieta, y anda siempre correteando por la casa, amplia y cómoda.
Demba y Nat con la pequeña Hawa en brazos

TRABAJO ES LO QUE SOBRA

Algo así me dijeron cuando contacté con ellos, y a fe mía que es cierto. Venía desentrenado por las fiestas navideñas, mi estancia en Murcia capital, y mi cuerpo notó la sacudida de los primeros días, aunque poco a poco me voy habituando. Quitar hierba, cosechar hortalizas, regar, recoger limones, dar de comer a los animales, todas las tareas propias de una finca ecológica de este calibre. Pero se va haciendo con alegría, sin presiones, y con un horario muy flexible.
 De modo que me siento cómodo en esta vieja finca que necesita refacciones por doquier, pero que poco a poco va forjándose una posición mejor. Me asombra la capacidad de trabajo de Demba, capaz de diez, doce horas diarias de duro trabajo. No se le puede seguir el paso, al menos no es mi caso. Dudo que pueda llegar a su altura, pero intento colaborar a mi ritmo y con mi edad y cuerpo dispuesto para ello.

Estoy instalado en una habitación confortable del primer piso, donde se encuentran los dormitorios, y como estamos pasando un largo veranillo de San Martín y quizás San Andrés, mal que le pese al planeta, las temperaturas son muy agradables. Trabajamos de mañana, y a veces un poco por la tarde, y los fines de semana son más duros porque el lunes es tiempo de entregar pedidos. Salen semanalmente de la finca muchas cajas de cebolletas, apio, espinacas, acelgas, lechugas variadas, etc.

Y de momento, es lo que hay. Algunos detalles que contaré en la próxima oportunidad, como una entrevista con un fabricante/inventor de una máquina trituradora de residuos vegetales, destinados a tornar a la tierra en forma de compost o cubierta verde.
Ya veremos que da de sí la charla con Pedro, un jubilado que manejó durante años una empresa de cartonajes, y ya mostró un prototipo de esa máquina en varios lugares, con muy buena acogida.


…pero eso será parte de otra historia…o no.

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